Ya es de uso popular decir que para prevenir el futuro lo mejor es inventarlo. Los humanos somos capaces de transformarnos interna y externamente. Podemos cambiar de ideas al tiempo que cambiar la atmósfera de nuestro entorno natural. Doy inicio a esta nota con estos párrafos obvios, porque a veces no parece tan claro en qué medida lo que hacemos se ve plasmado en la realidad.
Durante los días del Techfestival 2019 en Copenhague, logré disfrutar de algunas sesiones dentro de un programa amplio de más de doscientas actividades en tan solo tres días. “Dónde los humanos y la tecnología se encuentran” recitaba el slogan del festival multitudinario. Había desde un robot que baila, hasta juguetes con geometría caleidoscópica, que de paso tuve la oportunidad de tomar una cerveza con José, un español maestro de geometría y creador de ese artefacto visual, quien hizo presencia en el festival para dotar un stand con su ciencia lúdica.
Saliendo de uno de los locales en el campus del festival se acerca un hombre de mi edad, y me dice <<Oiga, usted sí que lee hombre, lo deja a uno en ridículo.>> Y me doy vuelta para saber quién me habla en tono de broma, porque creo que me estaba jugando una broma. Era un chico mexicano doctor en tecnología egresado de una universidad de Nueva Zelanda. Se acercó a mí después que yo tomara el micrófono para hacer algunas preguntas a los doctos presentadores sobre sus consideraciones en torno a los frágiles límites que nos constituyen humanos frente a los avances de la tecnología, de donde se desprendió una conversación de carácter filosófico.
Ya de camino para otra actividad me topé con un empresario chino, que en inglés técnico y concreto me contaba sobre trabajo en el área tecnológica. En definitiva la gente que crea cosas habla con una pasión casi material. Es natural, porque están hablando de lo que transforma nuestra realidad a ritmos agigantados. La terminología de negocio aunada a la técnica genera un entramado conceptual muy interesante para una conversación tan breve.
Uno de los evento a los que asistí con mucha hambre de saber fue una que se dedicó a conversar sobre cómo es posible extraer el futuro de los libros de ciencia ficción, de ese cúmulo de conocimientos e imaginaciones llamado Sci-Fi. En sí un término difícil de definir sin recurrir a las diferentes eras y subgéneros. Como caso de estudio se propuso aquella novela maravillosa de Julio Verne, en donde el Capitán Nemo pilotea su nave Nautilus bajo la inmensidad marina, proponiendo una cantidad de saber inusitados para aquella época. Así pues, “Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino” ha sido fuente de toda categoría de amaneceres en términos de creación científica. En esta sesión yo propuse la ficción de Borges, porque siempre viene a mí “La Biblioteca de Babel”, con sus juegos geométricos y esa capacidad de hacer la vida tan infinitesimal, al grado que el conocimiento está tan acumulado que aunque barrieramos toda una sección de conocimientos de la cultura, aún así sería irrelevante.
Pienso en esa interpretación cuando hablamos de super-acuamulación de información y contenidos. Tal parece, por ejemplo, que el sistema educativo, o al menos su formato, ha sido atropellado por las nuevas formas de conectarse a la información. Los canales para actualizarse son diversos y baratos. Las universidades proponen materiales de altísima calidad con costo cero en ocasiones. Además que buscar cualquier tipo de información lo hacemos en no tiempo hoy en día. Es como cuando no sabemos el autor de un libro, siempre usamos el móvil, vamos a wikipedia y ya. Lo sabemos. A veces parece que el humano es mejor en hacer relaciones y crear ficciones, pero cuando se trata de toma de decisiones tomando data acumulada, no hay manera de ganarle a un ordenador con algoritmos de búsqueda. La guerra está perdida, pero ganamos mucho conocimiento a la mano y sin costo. De ahí que la vida con la tecnología sí puede ser más fácil y dinámica, fuera del mediático temor a los apocalipsis hechos por la máquina.
Interesante entonces ver que realmente las películas y la literatura de ciencia ficción nos van diciendo, tal como los catálogos de moda, de qué manera el diseño y la funcionalidad de los instrumentos del futuro se tendrían que ver. Es una muy buena idea ir acercándose a lo que no existe para hacerlo vivir, ya sea a manera de un “Gemelo Digital (Digital Twin)” o de un instrumento físico y quizá antropomórfico. En lugar de especular con la realidad, crearla. Inverse un futuro útil.
Eso fue lo que, en breve, experimenté en el Festival de Tecnología de Copenhague en 2019. Sin duda algo para compartirles en esta nota.