El hombre de la cámara
Ángel David Castillo es un fotógrafo español afincado en Dinamarca cuya obra despliega una intensa diversidad temática y estilística. Lejos de encasillarse en un solo género, su archivo visual transita por retratos, danza, celebraciones Queer, conciertos, erotismo, espacios urbanos, escenas museísticas y más… Esta amplitud no responde al azar, sino a una mirada artística compleja que combina sensibilidad estética con una profunda curiosidad por lo humano y lo cotidiano. Por esto, nombrar al personaje junto a su obra genera un vínculo quizá justo. Eso intentaré en este acercamiento.
En lugar de abordar su trabajo álbum por álbum —lo que equivaldría casi a escribir una monografía—, esta reseña propone una lectura transversal, guiada por categorías propias del análisis artístico: el cine como lenguaje, la ciudad como escenario, el cuerpo como campo simbólico, la diversidad como poética, y la fotografía como un arte híbrido.
Siempre es bueno dar inicio con unas fotografía que nos liberen del lenguaje escrito.
La mirada cinematográfica
Creo que concuerdo con mi primera impresión, y ésto es que el cine no es solo una referencia en la obra de Castillo, sino un lenguaje subyacente. Muchas de sus imágenes podrían confundirse con fotogramas: encuadres cerrados, ángulos expresivos, composiciones que evocan el suspenso o la poesía visual del cine de autor. En algunas series, la iluminación dramática recuerda al expresionismo; en otras, predomina un tono naturalista cercano al neorrealismo.
La narrativa está presente, aunque no de forma explícita, aunque esta sentencia tiene un sustrato de relativismo, dado que cada mirada tiene sus propios enfoques. De todas maneras debemos asegurar lo siguiente: sus fotografías no cuentan historias cerradas sino que sugieren tramas, estados de ánimo, atmósferas. Esta ambigüedad narrativa permite que cada imagen funcione como una escena suspendida, abierta a múltiples interpretaciones. La mirada cinematográfica de Castillo no imita al cine: lo reinterpreta desde el lenguaje inmóvil de la fotografía, dotándolo de intensidad, ritmo y tensión visual.
La ciudad como escenario y personaje
En su obra, la ciudad no es solo el contexto donde ocurren las cosas, sino también un actor con peso propio. Castillo retrata entornos urbanos daneses y españoles con una sensibilidad que destaca lo transitorio, lo marginal, lo emocional. Los muros grafiteados, los callejones vacíos, las luces nocturnas, las multitudes en festivales: todo aparece cargado de una cierta vibración afectiva.
A veces, la ciudad actúa como espejo del sujeto retratado; otras, lo absorbe o lo desplaza. En festivales y celebraciones LGTBQ+, la urbe se transforma en espacio de afirmación, libertad y deseo colectivo. En otras escenas más silenciosas, la ciudad parece ser un lugar de soledad o espera. Su representación urbana no es meramente documental: es simbólica, emocional y, a menudo, política.
El cuerpo y la identidad
Castillo dedica buena parte de su obra al cuerpo: cuerpos en movimiento, en reposo, en fiesta, en trance. En sus retratos, en la fotografía erótica o en la documentación de performances y danzas, el cuerpo aparece como un territorio múltiple: deseo, expresión, identidad y archivo viviente.
Hay una atención constante a lo íntimo y lo diverso: cuerpos jóvenes, mayores, normados y no normados; momentos de vulnerabilidad, de orgullo o de celebración. Lejos de idealizar, Castillo parece buscar la verdad sensible de cada cuerpo, construyendo con ellos un atlas visual de identidades en plural. En este sentido, su fotografía no solo registra: también afirma, resiste y cuida.
El archivo vivo: diversidad temática como política visual
En lugar de centrarse en una estética uniforme, Castillo ha construido a lo largo de los años un verdadero archivo de experiencias. En él conviven conciertos y museos, escenas callejeras y retratos íntimos, festivales queer y momentos cotidianos. Esta amplitud no responde solo a un gusto ecléctico, sino a una forma de mirar el mundo: abierta, inclusiva, afectiva.
Su obra puede entenderse como un archivo vivo, donde lo que importa no es la coherencia formal sino la intensidad de la experiencia. Al rechazar la lasificación rígida, Castillo se alinea con una práctica visual contemporánea que ve en la diversidad no un problema, sino una estética y una política.
La fotografía como lenguaje híbrido
Una de las marcas distintivas de su obra es la capacidad de combinar registros. Lo documental se funde con lo escenificado, lo íntimo con lo performático, lo espontáneo con lo conceptualmente construido. En sus imágenes, lo real y lo imaginado se confunden: lo que parece un instante captado al vuelo puede estar meticulosamente pensado; y viceversa.
Esta hibridez no es un artificio, sino una apuesta estética. Castillo explora las tensiones entre lo vivido y lo representado, entre el cuerpo y la ciudad, entre la emoción y la composición. Su fotografía es, en este sentido, profundamente contemporánea: un lenguaje visual que se rehúsa a ser uno solo.
Hay que decir que aunque la fotografía se adapte a la situación y a su potencial dificultad de ejecución, es el ojo del fotógrafo el que hace su lectura activa del momento, de lo que quiere ser registrado. De ahí su arte.
En Conclusión
La obra de Ángel David Castillo no se limita a documentar el mundo que lo rodea: lo transforma a través de una mirada sensible, cinematográfica y plural. En un panorama donde muchos fotógrafos buscan especializarse, él apuesta por el cruce, la mezcla, la apertura.
Su trabajo se inscribe en la mejor tradición de la fotografía contemporánea: aquella que no teme al exceso de temas, ni a la contradicción de estilos, porque sabe que en esa diversidad reside una forma más honesta y compleja de entender lo humano. Su archivo es también el de una época: móvil, híbrida, afectiva, política. Y por eso profundamente necesario.
Ángel David Castillo Arriba Izquierda | Ángel David Castillo Derecha Arriba |
Ángel David Castillo Izquierda Abajo | Ángel David Castillo Derecha Abajo
Foto de Ángel David Castillo Arriba Izquierda atrás de la cámara
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Éfrin González 